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Por esa epoca los ñoños recobecos de la vida, tenian en mi mesa libros que hablaban de razas y pureza de la sangre, lo divertido es que se necesitaron de 3 días caminando entre calles repletas de gente del pacífico, para desvirtuar todo lo que allí estaba escrito.

Fueron 2 semanas en las que día a día, esa tierra se ganaba mi cariño y respeto, ya sea por esas mañanas calidas, y el ajetreo de los pescadores que arribaban cargados de los frutos del Atrato, como esos atardeceres en los que sin falta el río le sirve de espejo al sol en apogeo.

Hace calor y los mosquitos hacen su trabajo, pero eso no le restaba el gusto. Dictaba clase 8 horas, y tenía 1 de almuerzo, dos grupos diferentes, uno en la mañana con 10 profesores y otro en la tarde con 12 más. Ya llevaba más de 50 cursos en todo el país así que las clases pintaban rutinarias, pero  estaba lejos de ser así, esos 22 profesores fueron los pocos que me han hecho estudiar y preparar tanto un curso de office, debo agradecerles por eso.

Quibdo, es tierra de contrastes, de logros ganados con la sangre de su pueblo, de sus marchas, de la tenacidad de su gente al quitarle a la fuerza algo de las grandes tajadas que gobernantes corruptos le arrebatan a su propio pueblo. Y ese contraste se ve en sus casas,  decoraciones con marmol, acero y pompa, y al lado su vecino en madera con puerta de tela, y sus niños durmiendo en el piso sobre juncos y esteras.

No pretendo ser socialista ni civilizador, solo recalco esas diferencias que vi todos los días cuando preferia caminar del colegio al hotel, colarme en las divisiones entre casa y casa, husmear con la cámara entre las puertas, ver esos inmensos ojos en los rostros morenos, el cabello chuto y sus amplias y calidas sonrisas. En esas caminatas de barrio o en los paseos a la orilla del río, no recuerdo que me ofrecieran nada como turista y sabía bien que esta cara de "rolo o cachaco" ayudaba a marcar la diferencia, sencillamente no pasó, no había tours, ni salidas, ni vi agencias en sus calles, (de eso ya hace años, ojalá la oferta turistica haya mejorado) Sentarme en la orilla del Atrato dejarme negrear por el sol y ver como su reflejo se perdia en las aguas del gran Atrato, y prometerle mi amor a esa tierra con un "volvere pronto"... De hecho lo hice, pero esas son otras historias a la orilla del pacifico.

Y vos, ¿Ya conoces Choco, Quibdo, Bahia Solano,  Nuqui, La Ensanada de Utria? No esperes a que la perdamos por la explotación del oro maldito del Coltan aún podemos ir, nadar en sus limpias aguas,  servirle a su bella gente, reconocer y aplaudir su cultura y música y gastronomía... ¡y después volver!.

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