Adicto a los hábitos comunes, quizá creyendo que por ser común es bueno, he caido muchas veces en "errores" (aprendizajes) de percepción y pensamiento.

Pensar en dejar lo bueno para el final es parte de una carrera sin freno conducida por el miedo y la frustración del "¡No he hecho esto o aquello en mi vida, llegará el momento en que si pueda!" O "Cuando Dios quiera", son el motivo de este texto. Y particularmente la frase; que hasta usamos en superación personal: "Vivir cada día como si fuera el primero" hace poco aprendí que nos entrena a aplazarnos, a no darnos prioridad y dejar para después, los momentos de nuestra vida que nos propusimos hacer sin que hasta ahora hallamos arrancado.

Creer en "Vive tu día como si fuera el último” es decirle a mi mente que deje para lo último todo lo bueno, lo que aún me falta por hacer o lo que postergué por cualquier motivo: Estudiar, viajar, comer algo especial, tener ese instante de meditación, iniciar el emprendimiento anhelado, decir un Te amo, un Te quiero, abrazar, sonreír… la lista es larga.

Y no es solo costumbre de abuelos, que las mejores vajillas, cubiertos, vestidos, pantalones, enaguas, calzones, corbatas y manteles se llenaban de polillas y telarañas junto a añejas galletas, viandas y reservas, todos aguardando en anaqueles de memorias por la llegada de una visita o por esa fecha especial.

Como quién recibe un regalo (p.ej. La Vida) y lo guarda para una ocasión especial (p.ej. un momento antes de su muerte)... También hay quién empaca el amor, guarda con celo la sonrisa, esconde las manos reservando el abrazo, o  condiciona el afecto y el cariño a cosas como: "si me traes", "si me das", "si haces caso", "si cumples", "si me correspondes", "si demuestras", "si adivinas lo que pienso", etc.

Como parte de las lecciones del Maestro Gelva en la Escuela , reflexiono en lo que significa "Vivir al máximo como si fuera el primer día de nuestras vidas" no el último.

Y comparto está práctica, iniciando con ese Primer día de tu vida, al paso calmo que exige Apreciar el instante y Agradecer a Dios (puedes ponerle el nombre que quieras, igual va a responder) por TODO lo que pase en este día y TODO lo que tienes, sin juzgar si es bueno o malo, solo AGRADECER.

Así, si decido que mañana o justo ahora fuera ese día 01, el clima con sol o lluvia tendría luz y yo ojos y piel para sentirla, tendría ropa para cubrirme, comida de cualquier tipo, tamaño, sabor o cantidad, tendría algo que hacer y aire que respirar y Todo eso y Mucho más es para agradecerle a Dios (puedes ponerle el nombre que quieras igual va a responder). 

Y agradecerle particularmente porque mi mente no tuvo que hacer nada para que ese aire estuviera allí, ni por esa luz natural, ni por la fotosíntesis, ni por la confección de la ropa, ni por la producción de esa comida, ni por el alumbrado público, no por la rotación del planeta, ni la gravedad, ni por infinidad de cosas más que me harían hacer perder el presente. Si hay motivos para agradecer.

...

Junto a la fuerza transformadora de la Gratitud, se puede vivir y cambiar la vida como si fuera el primer día de nuestra vida.

Desde la Escuela Gelva y en calidad de estudiante, los invitamos a probarlo un mes. Un mes entero, diciendo Gracias a Dios por TODO, sin excepción y nos vas contando el resultado.

Un abrazo y bendiciones

Edwin Bernal

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